(De frente al público, un solo foco desde arriba, nariz de goma, pintura corrida, en una pequeña silla miniatura, piernas abiertas, brazos sueltos, con crudeza y cansancio)
(Silencio)
Evidentemente, los payasos, no somos todos felices.
Si hacemos reír, es porque se nos vació el tanque de risa, entonces jugamos a que nos reímos, para contagiarnos del público. Y si lloramos, jamás lo haríamos en público, eso si que no, porque ahí si que el contagio podría ser peligroso. Pero es así. Un ida y vuelta, estúpido, pero alegre. Nos arrinconamos a la salida del circo a fumar, y esperamos pacientes nuevas carcajadas, de esas que son únicas, y así seguir un poco más, lo que se pueda. A veces tememos, por ahí el público no está de buen humor, y puede llegar a no reír, ni a inmutarse, ni a comprendernos, pero siempre algo se nos ocurre, si no es un truco, es el otro, y así volveríamos victoriosos otra vez a disfrutar nuestro estilo de vida.
Total, en el fondo somos todos seres humanos, somos todos seres humanos…
(Pausa)
Viajamos, por la única razón que después de un tiempo en un pueblo, solemos aburrirle a la gente, y el impacto de las risas ya no es lo mismo. Jamás se le puede quitar la magia a la primera vez, a la sorpresa, a la desvirgación para siempre, eterna, que marca una línea en el tiempo y divide lo espontáneo repleto de goce y la costumbre de la sonrisa automática. Nosotros estamos acostumbrados a nuestro trabajo, pero, para las personas, somos primeras veces, para las personas, siempre lo somos. Somos sorpresa, somos locura, somos lo prohibido, somos ficción, somos payasos.
Total, en el fondo somos todos seres humanos, somos todos seres humanos…
(Pausa)
Lo grandiosamente satisfactorio para unos, puede ser un calvario terrible para otros, eso nadie lo puede ver, porque nadie puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Simplemente nos dignamos a ver al vecino de enfrente desde nuestra vereda y sorprendernos con la nueva anécdota que aconteció, o el bigote del pelado que sorpresivamente se afeitó, o el nuevo perro que entró. Nos conformamos con el saludo, o alguna reverencia protocolar, el ambiente forzado al carisma, la indestructible sonrisa de la despedida, las personas de pié, los golpes de sus palmas en el coro del aplauso, y finalmente el adiós. En el contraste del silencio, limpiamos tristemente las gradas.
Total, somos payasos, en el fondo somos todos seres payasos…
Marco 4/9/10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"Se cuenta que en la selva un mono y un pavo real se divertían correteando de un lado al otro. Sin darse cuenta, entraron al territorio de un león.
ResponderEliminarEl león los miraba tranquilamente, y sin que ellos se dieran cuenta los fue guiando hasta encerrarlos por completo. Entonces se mostró en toda su magnificencia.
El mono y el pavo real quedaron paralizados del miedo.
Entonces el león se dio cuenta que sólo podría atrapar a uno de ellos. el otro irremediablemente se escaparía mientras él se abalanzaba sobre su presa. Así que con el miedo que ambos escapen decidió poner en práctica su astucia gatuna. Y dijo:"Me comeré a aquel que me disguste más. Ahora muéstrenme, por qué debería perdonarles la vida.
Entonces el pavo real sin pensarlo desplegó su cola y dijo: "Porque soy hermoso. No hay otra ave con plumas mas bellas."
Y el león miró al mono.
Y el mono sin pensar comenzó a hacer un show de piruetas, saltaba y se sostenía por la cola. Simulaba que se caía y se reía revolcándose en el suelo.
Poco a poco, el león comenzó a reír a carcajadas. Tanto que se desplomó sobe su espalda. Se retorcía en el suelo mientras se agarraba la panza con sus garras.
En ese momento el mono aprovecho, y agarró al pavo por el cuello y juntos escaparon."
Es una historia que me contaron de chica.
Pero salvando las distancias... Tiene mucho que ver con los payasos. ¿No?